12 de abril de 2019

El yate que no regresó

 
 
Han pasado ya muchas semanas desde que aquel esperado yate tocó las costas manzanilleras, según habían anunciado por aquel entonces, sería la primera de muchas veces que el yate regresaría a la ciudad. 

Los manzanilleros apilados por cientos en un improvisado (no por desconocimiento) recibidor o pequeña terminal marítima, a la espera de aquel momento, aquel día la ciudad vivió una escena grotesca, ridícula y penosa, pues como lo critiqué en su momento, me pareció vergonzoso que los manzanilleros recibieran aquel reducido grupo de turistas, encabezados por la embajadora de Grecia, como si fuesen extraterrestres bajando de una nave nodriza, ¿qué dirían nuestros bisabuelos de tal escena dantesca?, una ciudad cuyo pasado de tan solo 60 años atrás comerciaba directamente con Europa y América mediante su puerto, el mismo puerto que ya nos han arrancado, como si fuera un estigma que había que borrar como un mal recuerdo de un pasado glorioso.

Aunque parezca que me he desviado del tema central, no lo he hecho, pero era necesario aclarar ciertas cosas que nosotros los cubanos lamentablemente vamos olvidando, por desgracia hemos olvidado cosas terribles de nuestra historia reciente, pero retomando el tema del yate, se nos dijo casi como una promesa que el yate visitaría la ciudad un par de veces al mes, trayendo la esperanza de un mejor desenvolvimiento de la economía local, pero desde aquel día solo han volado las gaviotas frente a las costas del malecón manzanillero.

Y por desgracia, nuevamente seguimos en esta larga letanía esperando un futuro que no acaba de llegar, mientras las prometidas reparaciones de nuestros más emblemáticos edificios quedan en el olvido, quizás justificadas injustamente de un desastre ocurrido demasiado lejos hacia al oeste ó simplemente por lo de siempre: la desdicha de ser la única de las ciudades cubanas a la que se le arrebató su desarrollo en época revolucionaria en pos del desarrollo de la capital de una ficticia provincia por la que nunca nos hemos sentido del todo identificados.

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