8 de junio de 2013

La Magia del Cetro

Los días largos y fríos del invierno comenzaban ha avecinarse con la llegada al final del otoño a Quel Vashan, la ciudad y reino de los elfos del valle del Sirion. Veloz como cada año el gran azul Sirion, comenzaría a cubrirse de pequeños copos de nieves, caídos desde las bóvedas celestes.

El paisaje no podía ser más perfecto, las montañas empinadas y frías desafiando los cielos protegían fielmente a los habitantes del soberbio valle del Sirion, asentados allí desde los días antiguos de la gran travesía. La ciudad parecía desapercibida por el paso del tiempo, sus callejuelas, sus magníficos palacios, la dotaban de magnificencia delante de la majestuosa cordillera de montañas que cubrían los pasos del norte y del sur. Pero aún, pareciendo poco sublime, comenzaba un gran ajetreo en el corazón de la misma.

Elfos provenientes desde los más lejanos lugares que todavía permanecían hermanados al reino, llegaban a la gran plaza, una amplia explanada en la que se comerciaban productos de todo tipo, desde frutas y vegetales, hasta místicos y valiosos objetos; durante el otoño la plaza era muy concurrida, pues los elfos de todo el Sirion, venían a comprar y vender alimentos para sus familias, mientras pasaban el crudo y largo invierno hasta la llegada de la primavera.

La gran plaza, quedaba situada frente al Palacio, al final de un sendero, cuyas paredes estaban estampadas con exquisita técnica y estilo, las cuales narraban el arribo de los elfos al valle, la construcción de la ciudad, los héroes de antaño, las batallas, todas estaban allí, tratando de impedir el paso del tiempo y de ser olvidadas para siempre, como habían sido olvidadas otras tantas cosas para nunca más regresar a la memoria de un presente lleno de desdicha.

En la muchedumbre se oían gritos y voces, el ambiente era muy agitado; un joven se acerco hasta el puesto de un comerciante, el cual con una sonrisa pregunto:

-¿Alimentos o pieles? - A lo que el joven elfo contesto:
- Si señor, busco pieles y frutas, este invierno se avecina crudo y largo.

PD: Extracto del libro que comencé a escribir y nunca he logrado terminar.



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