En nuestras vidas llegan momentos en los que nos quejamos constantemente de todo, sufrimos enormemente por las cosas que nos pasan, lo criticamos todo pero en el fondo todo es culpa de nuestro fracaso como seres humanos.
Fracasamos en nuestros planes, en nuestro proyecto de vida, en nuestro trabajo y en el matrimonio, muchas veces simplemente es por única y exclusiva "mea culpa", vamos por la vida sembrando errores que en su momento nos parecen bien, pasados los años estos se convierten en los fracasos que arrastramos hasta el fin, errores que en mucho de los casos se pagan a altos precios, decisiones equivocadas que conllevan a esos errores, recogemos lo que sembramos, cuyas cosechas demoran en ocasiones años en brotar y cuando lo hacen se convierten en enormes tempestades color gris.
Pero el fracaso debemos aceptarlo, debemos aprender a convivir con el sin que este nos haga daño y mientras nos quede oxigeno por respirar, tenemos la oportunidad, de intentarlo todo de nuevo, de probarnos que podemos ser mejores personas, de arreglar aquello que creíamos imposible, de enmendar todas y cada una de las heridas.
Fracasamos en nuestros planes, en nuestro proyecto de vida, en nuestro trabajo y en el matrimonio, muchas veces simplemente es por única y exclusiva "mea culpa", vamos por la vida sembrando errores que en su momento nos parecen bien, pasados los años estos se convierten en los fracasos que arrastramos hasta el fin, errores que en mucho de los casos se pagan a altos precios, decisiones equivocadas que conllevan a esos errores, recogemos lo que sembramos, cuyas cosechas demoran en ocasiones años en brotar y cuando lo hacen se convierten en enormes tempestades color gris.
Pero el fracaso debemos aceptarlo, debemos aprender a convivir con el sin que este nos haga daño y mientras nos quede oxigeno por respirar, tenemos la oportunidad, de intentarlo todo de nuevo, de probarnos que podemos ser mejores personas, de arreglar aquello que creíamos imposible, de enmendar todas y cada una de las heridas.